miércoles, 2 de julio de 2014

Mi parto : 2ª parte

Las 2.30 am.

Me despierto, tengo dolor bajo vientre, muy parecido al de la menstruación...... uix, me duelen los riñones.
Me levanto al baño, y al sentarme en el váter un "chorrillo" de un líquido sale disparado. ¿Qué narices será eso? ¿Me he hecho pis encima?.... que raro.
Decido sentarme en el balón que me compré para fortalecer el suelo pélvico. Doy unas rotaciones.
Parece que estoy algo mojada... pero tampoco es demasiado como para escandalizarme. Me miro una y otra vez la ropa interior buscando algún color amarillento que me indique si es incontinencia urinaria.. pero no, es transparente. Me noto un poco más mojada.

Decido despertar a mi hombre, creo que he roto aguas, pero no estoy del todo segura. En las películas te pintan la rotura de bolsa como un espectáculo. Montones de líquido saliendo a borbotones, mojando lo todo, un gran charco a tus pies... pero lo mío es discreto.

-Fer, cielo, despierta. Creo que he roto aguas.
Se hace el silencio. Se lo repito.

Fer- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Estás segura? Que son las 3 de la madrugada, eh. ( Éste último dato me hizo mucha gracia, como si un bebé tuviese horario establecido para nacer jajaja)

Le contesto que sí, que estoy casi segura. Que voy a llamar al hospital para consultarles que debo hacer, que se preparara.
Se levantó, se duchó ( había tiempo de sobra) y yo llamé al hospital. La enfermera que me atendió no quiso mojarse, y me dijo que fuese para allí que me harían un chequeo y comprobarían si había iniciado el trabajo de parto.
A mi todo me sonaba a chino. Yo me encontraba fenomenal, había mojado muy poco... Pensé que me mandarían de nuevo a casa, por lo tanto, llamé a un taxi pero no me llevé las bolsas que tenía estratégicamente preparadas desde hacía un mes, para qué.........

LLegamos al hospital. En la entrada, hablé con la recepcionista y le comenté que estaba allí porque creía estar de parto. Me miró con cara de loca. Entre la poca barriga que tenía, mi cara saludable y mi buen humor, nada indicaba que en unas horas nacería mi polluelo.
Me llamaron de una consulta, dónde un doctor muy majo nos atendió. Me hizo preguntas, tomó la tensión arterial, y cuándo nos disponíamos a levantarnos para ir a la planta de maternidad a hacer el chequeo, ocurrió.
El charco. El super charco. No os voy a engañar, me encantó vivir aquello de película. Salía el líquido a chorro, hice un buen charco. Le pedí perdón ( fue un acto reflejo) al doctor por haberle puesto el suelo de la consulta perdida, y este se rió. Me dio una toalla a modo de compresa y nos dirigimos a la planta superior.

Estaba claro, había roto aguas. Por lo tanto el parto era inminente. Fuimos a un box y me pusieron en monitores. Bah, apenas habían contracciones y después de un tacto me dijeron que sólo estaba dilatada de 1 cm. Que aquello iba a ser muy largo, que tuviese paciencia.
A mi me daba igual, me encontraba tan bien, tan estupenda, que podía esperar lo que mi pequeñín necesitase.

Me pusieron un camisón y me ingresaron en planta.

Entramos en aquella habitación, oscura. Había una pareja en la cama de al lado. Ella con contracciones cada 10 minutos y él roncando como un león.  No podía parar de reír de imaginarme la situación vista desde fuera.
Estuvimos un rato intentando descansar, pero con la pareja al lado se hacía difícil.
Empezaron algunas contracciones dolorosas... y estirada me dolían más. Por lo tanto, cogí de la mano a Fer y le dije de ir a pasear por la planta.
Vi una máquina expendedora, una vending. Y dentro, galletas Oreo.. uff que hambre me entró.

-Nene, sácame unas galletitas, y un zumo de naranja, que me lo he ganao.

Mi hombre, al momento me compró aquello, se me antojaba como un manjar.

De vez en cuando venía alguna contracción, me paraba, respiraba hondo y pasaba rápido. Me lo estaba pasando realmente bien. Eran cerca de las 7 de la mañana cuando decidimos llamar a la familia para contarle que había llegado el día, y lo hicimos enviando un whatsapp y subiendo esta foto a las redes sociales:



Las respuestas se dieron rápido. Era un Jueves y la gente madrugaba para ir a trabajar. LLegaron ánimos de todas partes, y se agradecieron.
Le dijimos a la familia que esperase, que todavía quedaban muchas horas y que esperar en una sala de hospital es desesperante. Y así lo hicieron, esperaron.

Ya estaba cansada. Volvimos a la habitación dónde aquella pareja seguía con el mismo ritual, contracción vs. ronquido, pero por suerte, vino una enfermera y se los llevó a la sala de dilatación-partos.

Estábamos tranquilitos. Escuchando la sesión que me había preparado en el mp3 para el gran día. Electric Wizard y contracciones, jamás hubiese pensado en semejante fusión.

A las 8-9 de la mañana ( las horas son imprecisas, ya qué perdí un poco la noción del tiempo) vino una enfermera a la habitación, y nos llevó a la sala de monitores de nuevo. Me monotorizaron e hicieron un tacto.
Aquello avanzaba muy lento. Me pusieron una vía intravenosa e iniciaron el tratamiento de Oxitocina.

Me llevaron a la sala dónde daría a luz. He de decir que estuve muy cómoda en todo momento, ya qué, el hospital de la Cruz Roja tiene muchas comodidades. Dilatas y das a luz en la misma habitación. Decorada de una manera muy sutil para que no sientas que estás en un hospital.

Me volvieron a monotorizar, y vieron que Víctor seguía con las pulsaciones un poco bajas para estar de parto... por lo tanto decidieron dejarme puestos los monitores en todo momento. Aquello era incómodo. Ya no podía andar, no podía apenas moverme, y, a causa de la hormona oxitocina, las contracciones eran más duras.
Aquí perdía la noción de todo. Sólo sé que tenía mucha calor y pedí algún medicamento que me ayudara a soportar el dolor.
No sé que fue lo que me inyectaron, pero conseguía que mi cuerpo estuviese en desconexión total el rato que no habían contracciones, pero, las contracciones no las aliviaba.

Calor, mucha calor....

Las enfermeras venían, me daban golpes en la barriga... Víctor seguía sin subir de pulsaciones...pero se mantenía estable. Ponte de lado, me decían. Qué incómoda estaba... dolía mucho. Cada contracción era como si me pasaran una motosierra por la mitad de mi cuerpo.....

Llegó el momento. Supongo que serían cerca de las 11 de la mañana, cuándo la enfermera me hizo de nuevo un tacto. Su cara de sorpresa fue lo que me alegró:

-Bien.¿Quieres la Epidural?
Aquellas palabras resonaron en mi cabeza como campanas angelicales. Casi le grité desesperada que Sí, que si hacía falta me la ponía yo misma jajaja.

El anestesista no tardó en llegar.

La dulzura apareció de nuevo. Que placer. Que maravilla.
Ahora sí, volvía a disfrutar de aquello.
No dormí, pero si que pude descansar.

A las 12.30 aproximadamente, recordaré toda la vida las palabras que le dije a Fer.

-Nene, creo que me estoy cagando.

Risas.
Díselo a la comadrona, me dijo Fer. Y así hice.

-Disculpe. Es que.... como decirlo...... creo que tengo ganas de hacer caca. Tengo muchas ganas de empujar y no quiero liarla.

La comadrona se rió, y me dijo que aquello era imposible. Habían pasado muy pocas horas de parto ( para una primeriza) y no podía ser que ya tuviese ganas de pujar.

** Es ahí cuándo me enteré de que las ganas de hacer caca eran instinto para pujar.

Le repetí.

-Pues lo siento... pero necesito empujar ya.

La comadrona se marchó. No sé lo que le rondaría por la cabeza, cuándo de repente veo que aparece ( no habían pasado más de cinco minutos) con los guantes puestos.
Me levantaron las piernas ( yo con la epidural era inútil de cintura abajo) y cuál fue su sorpresa que al intentar meter la mano para ver de cuántos centímetros ya estaba dilatada, no pudo. Allí estaba la cabecita de mi niño.
Sus palabras fueron, dirigiéndose a la otra comadrona:

-Corre, prepara todo, ya está casi fuera.

Me miró, y me dijo:¿ preparada para pujar ?
Buah, me emocioné. Con la mayor de mis sonrisas le dije: SÍ!!!
Prepararon la cama, y empezamos a respirar hondo.
Venga va, pujamos 5 veces 10 segundos... preparada!?

Pujamos varias veces, Víctor estaba a punto de salir, cuándo me pusieron el monitor para controlar sus pulsaciones y vieron que habían bajado mucho, por lo tanto, la situación lo requería, me realizaron una episiotomía. Dos empujones más, y su cabeza salió.
La comadrona me miró, sonrió y me dijo: ¿Quieres sacarlo tú?
WOW, no podía creermelo. Me dejaban participar activa mente en mi propio parto. Me ayudaron a incorporarme, salió un brazo, el otro, y lo agarré por primera vez en mi vida. Lo cogí fuerte, segura, y lo llevé a mi pecho.

Su olor. Ese olor dulce, jamás desaparecerá de mi recuerdo. No lloró, tenía los ojos abiertos y realizaba succiones con la boca, tenía hambre!

Su papá le cortó el cordón umbilical, e ipsofacto iniciamos la lactancia materna. Piel con piel. Corazón con corazón.

No podía dejar de mirarle, de acariciarle, de besarle... mi hijo, mi creación.

Llegó el momento de ir a la habitación a hacer su presentación oficial a la familia, su papi le vistió con el conjunto que escogimos para su primer día de vida, y ya jamás nos hemos separado de él.

Gracias Víctor, porqué tú le has dado sentido a nuestras vidas.

Te amamos.


*Víctor en sus primeras horas de vida.



Gracias Hospital Creu Roja de Hospitalet de LLobregat.






1 comentario:

  1. Por favor, que historia tan bonita, Deb. Me encanta!!!

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